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Las acciones del UAW y su nuevo presidente, Shawn Fain, envían un mensaje claro: esto ya no es lo mismo de siempre.

Puede considerarse muy excepcional que dentro de la industria automotriz estadounidense, los empleados de los “Tres Grandes” (Ford, General Motors y Stellantis) comenzaran a hacer huelga juntos. El motivo de esta protesta laboral colectiva fue la expiración del convenio colectivo de trabajo en la noche del pasado jueves al viernes, sin que se haya celebrado un nuevo contrato. Si bien la industria tiene aproximadamente 145.000 miembros sindicales, el United Auto Workers (UAW) adoptó un enfoque específico al huelga sólo una fábrica crítica por empresa. En total, unos 13.000 trabajadores están en acción, lo que también obligó a varias empresas de suministro a cerrar sus puertas.

Shawn Fain, el nuevo presidente de la UAW, se ha convertido en un portavoz vocal y mediático de la causa en las últimas semanas. Su argumento es simple pero poderoso: si bien los precios de los automóviles han aumentado un 30 por ciento en los últimos cuatro años y los directores ejecutivos de estas empresas se regalaron un aumento salarial del 40 por ciento, los trabajadores no han visto ninguna mejora contractual significativa desde la crisis bancaria de 2009. Por lo tanto, Fain afirma que un aumento salarial del 40 por ciento durante los próximos cuatro años es razonable.

Además, los requisitos no son puramente económicos. Si bien la exigencia de un aumento salarial del 40 por ciento es la más obvia, existe un llamado más amplio a la justicia y al reconocimiento de la importancia de los trabajadores en la rentable industria automotriz.

El momento de esta huelga también es crucial, tanto para la industria como para el panorama político. En vísperas de un año electoral y con el UAW aún por decidir si apoyará la campaña de reelección de Biden, este malestar laboral tiene el potencial de ser un punto de inflexión. Para Biden, que siempre se ha presentado como un amigo del sindicato, actuar del lado de los trabajadores en huelga no está exento de riesgos, pero sí demuestra su voluntad de adoptar una postura en un conflicto laboral complejo y altamente inflamable.

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Shawn Fain cree que si esta "vaca lechera" de Stellantis en Toledo se paraliza, la dirección puede estar más inclinada a hacer concesiones, lo que podría acortar la duración de la huelga.

La planta de Stellantis en Toledo, Ohio, que produce los populares modelos Jeep, es la más grande y rentable de las tres fábricas que han iniciado huelgas. La huelga se produce en un momento en que la brecha salarial entre la dirección y los trabajadores está cada vez más bajo el microscopio. 

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Políticamente, la huelga también tiene consecuencias potenciales. El UAW, que ha sido tradicionalmente aliado del presidente Joe Biden, aún no ha decidido si apoyará su campaña de reelección. Fain invitó al presidente a asistir a una huelga y, en un giro sorprendente, Biden aceptó. Viajará a Michigan el próximo martes “en solidaridad con los hombres y mujeres del UAW”. Esta se considera la primera visita de un presidente estadounidense en ejercicio a un piquete de huelga, un acontecimiento que sin duda tendrá un impacto político, especialmente si la huelga continúa y conduce a cierres prolongados de fábricas.

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