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Si bien la transición a los vehículos eléctricos es crucial en la lucha contra el cambio climático, también es importante que esta transición no se produzca a expensas de los más vulnerables.

En la industria de los automóviles eléctricos, de rápido crecimiento, la demanda de baterías ha aumentado exponencialmente. Estas baterías requieren materias primas específicas como el cobalto, un elemento crucial para la eficiencia y durabilidad de las baterías de iones de litio. Una parte importante del suministro mundial de cobalto proviene de la República Democrática del Congo (RDC), donde notificaciones del trabajo infantil en las minas son alarmantes. La batería media de un coche eléctrico requiere más de 13 kg de cobalto.

Según estudios de organizaciones de derechos humanos Niños, a veces de tan solo seis años, trabajan en condiciones peligrosas en las minas de cobalto de la República Democrática del Congo. Cavan túneles con herramientas manuales, están expuestos a sustancias tóxicas y corren un alto riesgo de sufrir lesiones graves. Estas prácticas no sólo violan las normas internacionales sobre trabajo infantil, sino que también ponen en grave peligro la salud y la seguridad de estos niños.

Amnistía Internacional reconoce el importante papel de las baterías recargables en la transición energética de los combustibles fósiles a los renovables. Pero la justicia climática requiere una transición justa. Una economía global sin combustibles fósiles no debería dar lugar a más violaciones de derechos humanos.

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El Congo tiene las mayores reservas de cobalto del mundo. Debido a la creciente demanda de estos productos, las minas del país se están ampliando rápidamente. Al invertir en educación, atención médica y otros servicios sociales, las empresas mineras y los gobiernos pueden ayudar a brindar una alternativa al trabajo infantil.

Esta situación ha generado preocupación internacional y presión sobre los fabricantes de baterías y las empresas de automóviles para verificar sus cadenas de suministro y garantizar que sus productos estén libres de trabajo infantil. Algunas empresas han respondido invirtiendo en la trazabilidad de su suministro de cobalto y trabajando con organizaciones comprometidas con mejorar las condiciones laborales en las minas.

A pesar de estos esfuerzos, persisten desafíos. La minería ilegal y la mala regulación en la República Democrática del Congo dificultan el control de la cadena de suministro. Además, la demanda mundial de cobalto es tan alta que eliminar por completo de la cadena de suministro el cobalto obtenido de forma poco ética es una tarea compleja.

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La cooperación internacional también es crucial. Organizaciones como las Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) desempeñan un papel importante en el establecimiento de estándares y proporcionando plataformas para que gobiernos y empresas compartan mejores prácticas y coordinen esfuerzos conjuntos.

Además del cobalto, otras materias primas como el litio y el níquel son fundamentales para la producción de baterías para coches eléctricos. También existen preocupaciones sobre el impacto ambiental y las condiciones laborales en la extracción de estas materias primas, aunque la cuestión del trabajo infantil parece ser menos prominente que con el cobalto.

Esta situación plantea dudas sobre la responsabilidad ética de fabricantes y consumidores. Si bien la transición a los vehículos eléctricos es crucial en la lucha contra el cambio climático, también es importante que esta transición no se produzca a expensas de los más vulnerables. Es esencial que la industria y los consumidores sean conscientes de los orígenes de las materias primas utilizadas en estos productos y ejerzan presión para garantizar prácticas éticas en toda la cadena de suministro.

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