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A pesar de las promesas de reforma, la cultura corporativa de Uber sigue planteando problemas.

Una serie de eventos destinados a unir a la fuerza laboral de Uber ha terminado en un caos vertiginoso la diversidad, la equidad y la inclusión se suspendieron después de que los empleados negros e hispanos se quejaran. Esto fue motivado por los eventos en el lugar de trabajo que ella moderó para explorar las experiencias de las mujeres estadounidenses blancas bajo el título "No me llames Karen".

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Junto con la junta, incluido el director ejecutivo Dara Khosrowshahi, Bo Young Lee construyó una cultura de trabajo en la que equipos muy diversos e inclusivos estimulan la innovación y el crecimiento. Los sistemas en los que todos los empleados tienen la oportunidad de sobresalir y desarrollar todo su potencial también son parte de esa cultura laboral. Ahora Uber confirmó que se le pidió que se ausentara mientras la compañía trabaja en sus próximos pasos. Su suspensión es la última ola de caos que golpea a la compañía debido a su cultura corporativa.

Uber ha enfrentado numerosos desafíos y controversias que van desde cuestiones regulatorias hasta conflictos internos.

El CEO de la compañía, Dara Khosrowshahi, y su directora de personal, Nikki Krishnamurthy, supuestamente le dijeron a varios empleados en un correo electrónico la semana pasada que habían enviado a Lee de licencia, informó el Times. Los empleados expresaron su indignación por los eventos "Don't Call Me Karen" de Lee, que la compañía describió como conversaciones "que se sumergen en el espectro de la experiencia de la mujer blanca estadounidense".

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A pesar de las promesas de reforma, la cultura corporativa de Uber sigue planteando problemas. Parece que la empresa aún no ha aprendido del todo las duras lecciones de su pasado.

A pesar de su innovación sin precedentes y la disrupción de la industria del transporte, Uber continúa lidiando con un problema fundamental que continúa socavando su progreso e imagen: su cultura corporativa. La cultura corporativa de Uber ha atraído la atención de los medios y los reguladores durante años, no por su excelencia, sino por los problemas continuos que surgen de su entorno de trabajo.

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indiferencia

El síntoma más evidente de esta problemática cultura empresarial es la aparente indiferencia hacia los derechos de los trabajadores, en particular de los conductores. La obstinada resistencia de Uber a reconocer a los conductores como empleados envía un fuerte mensaje de que las ganancias están antes que las personas. Al clasificar a los conductores como contratistas independientes, la empresa evita ofrecer derechos laborales básicos como salario mínimo, licencia por enfermedad y seguro de discapacidad.

La cultura corporativa de Uber también ha dado lugar a denuncias de acoso sexual y discriminación de género. En 2017, la empresa se enfrentó a una publicación de blog mordaz de un ex empleado que describía un ambiente de trabajo tóxico que ignoraba el acoso sexual y no responsabilizaba a los perpetradores. Si bien Uber ha tomado medidas para abordar estos problemas, la pregunta sigue siendo cuán efectivas son estas medidas y si la cultura subyacente realmente ha cambiado.

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