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Quirón

Los ciudadanos se preguntan cuándo podrán volver a coger el tren sin miedo.

Las estaciones de tren, que alguna vez simbolizaron la puerta segura al mundo, se están convirtiendo cada vez más en un refugio para todo tipo de molestias y delitos. Ya se trate de ladrones, carteristas o vagabundos dormidos, la falta de seguridad es preocupante. ¿Y los actores políticos? Se señalan mutuamente cuando se trata de responsabilidad. La inseguridad y el deterioro en las estaciones de tren son una tendencia inquietante y un juego de ping-pong político.

El ministro presidente de la Región de Bruselas-Capital, Rudi Vervoort (PS), afirmó que la seguridad es y seguirá siendo una cuestión federal. En un reciente comunicado de prensa, el Primer Ministro Alexander De Croo y la Ministra del Interior Annelies Verlinden afirmaron que la región de Bruselas-Capital volvería a asumir la responsabilidad tras la elaboración de un plan de calidad de vida y seguridad. Pero hasta el momento no se ha tomado ninguna medida y los problemas siguen acumulándose.

El Gobierno describe un enfoque de múltiples capas. El primer eje se centra en combatir la delincuencia y la ilegalidad en torno a las estaciones. El segundo eje se refiere a la situación de las personas sin hogar, los adictos y la limpieza general en la estación y sus alrededores. Finalmente, el gobierno quiere ejecutar obras de infraestructura alrededor de las estaciones para mejorar la seguridad, con especial atención en NMBS e Infrabel.

Sorprendentemente, todavía no se han asignado fondos federales adicionales para respaldar el plan. Philippe Close, alcalde de la ciudad de Bruselas, se mostró satisfecho de que por fin se tomen medidas, pero subrayó que también hay que prestar atención a la salud pública.

Desde que la directora ejecutiva de SNCB, Sophie Dutordoir, llamó a la acción la semana pasada, la situación parece haberse convertido en un juego de ping-pong político. El Centro Nacional de Crisis ahora tiene la tarea de coordinar la cooperación entre todos los servicios y niveles políticos, pero no se han tomado medidas concretas. Es hora de que las partes involucradas unan fuerzas para encontrar una solución efectiva y a largo plazo al deterioro y la inseguridad en nuestras estaciones de tren.

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Para ayudar a buscar soluciones, especialmente en lo que se refiere al problema de las adicciones en las estaciones, se ha designado a la Comisaria Nacional de Drogas, Ine Van Wymersch. Este puede ser un paso importante en el manejo de una situación que es a la vez consecuencia y causa de algunas molestias y delitos. Sin embargo, surge la pregunta de si un funcionario es suficiente para abordar un problema complejo que tiene aspectos tanto sociales como de infraestructura.

El gobierno también pide una vigilancia con cámaras más exhaustiva. Aunque esto puede contribuir a una sensación de seguridad e incluso tener un efecto preventivo, no es una solución concluyente. Las cámaras no pueden intervenir, sino que sirven principalmente como medio para una investigación posterior. La falta de recursos federales puede significar que implementar una supervisión efectiva se convierta en un proceso largo.

El problema de la inseguridad y el deterioro en las estaciones de tren es complejo y estratificado. Requiere un enfoque coordinado tanto de los gobiernos federales como de los locales, así como de las organizaciones de la sociedad civil y las propias compañías ferroviarias. El Primer Ministro De Croo destacó la importancia de crear un “entorno menos susceptible a lo que vemos hoy”, pero está claro que esto requerirá más que palabras.

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